Difference between revisions of "Extractos: CI: Globalización capitalista, imperialismos, caos geopolítico y sus implicaciones; I, II, IV"

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I. Una nueva galaxia imperialista Una primera observación: la situación actual es bastante diferente de aquella que prevalecía al inicio del siglo XX o durante las décadas comprendidas entre 1950 y 1980. Señalemos algunos elementos:

• Un profundo cambio y una diversificación de la situación de los imperialismos tradicionales: Estados Unidos como “superpotencia"; el fracaso de la constitución de un imperialismo europeo integrado; "reducción" del imperialismo francés y británico; imperialismos militares "sin dientes" (sobre todo Alemania, pero también España en relación con América Latina); un imperialismo japonés continuamente subordinado (si bien dispone de un ejército importante, no posee ni armas nuclear ni portaaviones); crisis de desintegración social en algunos países occidentales (Grecia) pertenecientes históricamente a la esfera imperialista...

• La consolidación de los nuevos proto-imperialismos: China, que ahora se perfila como la segunda potencia mundial, y Rusia, que ha logrado imponer sus intereses en el escenario de la guerra Siria.

• Importantes modificaciones en la división internacional del trabajo, con la "financiarización" de la economía, la desindustrialización de varios países occidentales, en particular europeos, el porcentaje de la producción mundial de mercancías, fundamentalmente en Asia, pero sin olvidar que Estados Unidos, Alemania y Japón continúan siendo las potencias industriales más importantes.

• Un desarrollo desigual de cada imperialismo, fuerte en algunas áreas pero débil en otras. En consecuencia, la jerarquía de los Estados imperialistas es más compleja de establecer de lo que fue en el pasado. Obviamente Estados Unidos se mantiene en primer lugar y es el único que puede declarar ser el más poderoso en casi todas las áreas; sin embargo, registra una pérdida de peso relativo en términos económicos, una reducción de presupuesto militar y resiente los límites de su poder global.

La caracterización de las nuevas potencias no es la única pregunta que se nos plantea. También necesitamos valorar mejor el cambio de estatus de los imperialismos tradicionales y del orden imperialista en su conjunto. Es necesario reconsiderar nociones clásicas como "centro" y "periferia", "norte" y "sur" a la luz de la creciente diversificación interna en cada uno de los diferentes conjuntos geopolíticos.


II. Inestabilidad geopolítica crónica Segunda observación, la globalización capitalista no ha dado a luz al establecimiento de un "nuevo orden" internacional, sino todo lo contrario.

Existe un bloque imperialista dominante que se puede calificar de "bloque atlántico" -porque se estructura en torno al eje América del Norte/Unión Europea- si damos a este término un sentido geoestratégico y no geográfico. En efecto, este eje integra a Australia, Nueva Zelanda y Japón. Es un bloque jerarquizado bajo hegemonía estadounidense. La OTAN constituye su brazo armado privilegiado, permanente. Su despliegue en la frontera europea con la "zona" de control ruso muestra, cuando esta frontera se ha vuelto a convertir en una zona de conflictos, que su función inicial no ha perdido actualidad.

La OTAN ha intentado desplegarse más al este, sin gran éxito. La crisis en Oriente Medio muestra que la Organización no es un marco operativo que puede imponer su ley en no importa donde. Las tensiones con su pilar regional, Turquía, son fuertes. Ha sido necesario establecer alianzas a geometría variable en función de cada teatro de operaciones con regímenes opuestos entre sí, como Araba Saudí e Irán. La aportación militar de sus miembros europeos es marginal. Esta situación alimenta a las denuncias de Donald Trump al inicio de su mandato.

Asistimos a un recrudecimiento de la competencia interimperialista. Recién llegada a la arena geopolítica, China exige estar entre los grandes. Rusia se ha convertido en un factor ineludible en su zona de influencia ampliada (Siria). El gobierno japonés está tratando de reducir su dependencia militar de EE UU para librarse de las cláusulas pacifistas de la Constitución japonesa. En el plano económico, la competencia se agudiza, la libertad de circulación otorgada a los capitales permite a los "sub-imperialismos" entrar en liza más allá de sus esfera regional. En el ámbito ideológico, las clases dominantes hacen frente a una crisis de legitimidad y, bastante a menudo, a importantes disfuncionamientos institucionales -pierden el control de los procesos electorales incluso en países clave como Estados Unidos (elección de Trump) o en el Reino Unido (Brexit). La situación de guerra es permanente. La crisis ecológica global deja sentir ya fuertemente sus efectos. En diversas partes del mundo, el tejido social se desgarra. Las catástrofes humanitarias y los desplazamientos forzados de las poblaciones alcanzan un nivel sin precedente desde la Segunda Guerra mundial. Los pueblos pagan un precio exorbitante por la imposición de este nuevo orden neoliberal. La actual crisis crónica tiene múltiples causas.

• Los Estados imperialistas desempeñan siempre el papel de asegurar las condiciones favorables para la acumulación del capital. Ahora bien, el capital mundializado opera de forma más independiente que en el pasado frente a ellos. Esta disociación ha contribuido a permeabilizar las antiguas zonas de influencia casi exclusivas de los imperialismos tradicionales (salvo quizás en gran medida en América Latina). La enorme movilidad del capital tiene efectos devastadores sobre el equilibrio de las sociedades, lo que mina las posibilidades de la acción estabilizadora de los Estados.

La globalización capitalista, la financiarización, la creciente internacionalización de las cadenas de producción, también reducen la capacidad de los Estados a la hora de desarrollar políticas económicas.

• En estos últimos años el nivel de financiarización, sin precedentes, el desarrollo del llamado capital "ficticio" inherente al capitalismo moderno, ha adquirido proporciones considerables, Sin que se haya roto el vínculo, conduce a un grado superior de distanciamiento de los procesos productivos, mientras que el vínculo entre el prestamista y el prestatario inicial se relaja. La financiarización ha sido el soporte del crecimiento capitalista, pero su superdesarrollo acentúa sus contradicciones.

• De cara al futuro, el sistema de la deuda actúa tanto en el Norte como en el Sur. Constituye un elemento clave de la dictadura ejercida por el capital sobre las sociedades y desempeña un papel directamente político, como lo ha confirmado el caso de Grecia, para imponer el mantenimiento del orden neoliberal. De acuerdo con los tratados de librecambio, bloquea la puesta en pie de políticas alternativas para salir de la crisis por parte de los gobiernos.

• Asistimos a una verdadera "guerra de monedas" (divisas). Este es un aspecto de los conflictos interimperialistas: el recurso a una moneda para definir zonas de control.

• Las alianzas geopolíticas que en el pasado se "fijaban" en función del conflicto Este-Oeste, por una parte, y del conflicto chino-soviético, por otra; pero han devenido más fluidas e inseguras, sobre todo en Asia del Sur. Algunos regímenes latinoamericanos han intentado durante un tiempo aflojar las riendas impuestas por Washington.

• Las rivalidades interimperialistas alimentan una nueva espiral en la carrera de armamentos, que va desde la construcción de nuevos portaaviones hasta la “modernización” del armamento nuclear por parte de países como Estados Unidos o Francia que intentan que sea operativo y políticamente aceptable en el marco de los conflictos localizados. El despliegue del “paraguas anti-misiles” por parte de Estados Unidos acentúa aún más esta espiral, como lo ilustra la crisis coreana.

• La erupción de las revoluciones en la región árabe y, después, de la contrarrevolución ha contribuido a la creación de una situación sin control en una amplia zona que se extiende desde el Oriente Medio hasta el Sahel (y más allá) .

• Tras la implosión de la URSS, en un primer momento, la burguesía y los estados imperialistas (tradicionales) tuvieron una actitud muy conquistadora: penetración en los mercados orientales, intervención en Afganistán (2001) e Irak (2003)... Luego se estancaron militarmente y llegó la crisis financiera. La emergencia de nuevas potencias, las revoluciones de la región árabe..., todo lleva a una pérdida de iniciativa y control geopolítico: hoy en día Washington actúa más por reacción a las emergencias que con la intención de imponer su orden.

• En ese contexto, el papel de las potencias regionales se hace importante: Turquía, Irán, Arabia Saudí, Israel, Egipto, Argelia… África del sur, Brasil, India, Corea del Sur… Si bien en una posición subordinada en el sistema de dominación mundial bajo hegemonía estadounidense, estas potencias juegan también su propio juego, además de ser gendarmes regionales (como Brasil en Haití).

Debido a la evolución de la situación internacional, una de las preguntas que se nos plantean es qué relación existe entre el punto de inflexión después de 1989 (del imperialismo conquistador) y el que se concretó a mediados de la década de 2000 (de la inestabilidad geopolítica).

Desde este punto de vista, la crisis financieras de 1997-1998 y de 2007-2008 constituyeron un punto de inflexión real. Poniendo de actualidad las contradicciones inherentes a la globalización capitalista, tuvieron consecuencias importantes tanto en el terreno político (deslegitimación del sistema de dominación), como social (muy brutales en los países directamente afectados) y estructurales (sobre todo, con la explosión de las deudas). Y constituye el telón de fondo de los grandes movimientos democráticos que emergieron algunos años más tarde (la ocupación de las plazas), pero también de las evoluciones abiertamente reaccionarios y antidemocráticos alimentador por el miedo de las "clases medias" (por ejemplo, en Tailandia).

Junto con la crisis ecológica y los desplazamientos masivos de poblaciones, la inestabilidad estructural del orden mundializado crea nuevas formas de pobreza (ver sobre todo Filipinas) que obligan a las organizaciones progresistas a poner en pie políticas adaptadas.

[…]

IV. Los nuevos (proto-)imperialismos Las burguesías imperialistas tradicionales pensaron que después de 1991 iban a introducirse en el mercado de los antiguos países llamados "socialistas" hasta el punto de subordinarlos de forma natural; incluso se llegaron a plantear la razón de ser de OTAN en relación a Rusia. Esta hipótesis no era absurda, como se ha demostrado por la situación de China a principios de la década del 2000 y las condiciones en las que se adhirió a la OMC (muy favorables al capital internacional). Pero las cosas ocurrieron de otra manera y parece que los poderes establecidos no tomaron en serio esta situación en un primer momento.

En China, se ha constituido una nueva burguesía en el interior del país y desde dentro del régimen; fundamentalmente a través del "aburguesamiento" de la burocracia, que se transformó en una clase propietaria por mecanismos que ahora conocemos bien. Por tanto, la burguesía se ha reconstituido de forma independiente (el legado de la revolución maoísta) y no como una burguesía subordinada orgánicamente desde el principio al imperialismo. Por tanto, China se ha convertido en una potencia capitalista y, además, es miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con derecho a veto. Lo que también es válido para Rusia). a pesar de que su formación social, heredera de una historia muy concreta, continúe siendo original.

¿Podemos definir a China como un nuevo imperialismo? Es evidente que es necesario aclarar lo que entendemos por este término en el contexto mundial actual (que constituye uno de los objetivos de este texto). Desde que China se convirtió en la segunda potencia mundial, parece cada vez más difícil negarle ese estatus, independientemente de la fragilidad del régimen actual y de su economía.

Rusia sigue siendo económicamente dependiente de las exportaciones de bienes primarios (entre ellos, el petróleo que representan dos tercios de los mismos). Su peso internacional tiene mucho que ver tanto con la dimensión de su arsenal nuclear (equilibrio global de fuerzas) como con la eficacia de su capacidad militar (Crimea, Siria).

Los BRICS han tratado de actuar de forma conjunta en el ámbito del mercado mundial. Sin mucho éxito. Los países que conforman este frágil "bloque" no juegan todos al mismo nivel. Probablemente Brasil, India y Sudáfrica podrían ser descritos como sub-imperialismos -una idea que remonta a la década de 1970- y gendarmes regionales, pero con una diferencia significativa en relación al pasado: se benefician de una libertad para exportar capitales muy superior (ver el "gran juego" que se ha abierto en África, con la competencia entre los Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, India, Brasil, Sudáfrica, China, Qatar, Turquía, Nigeria, Angola...).

Tres conclusiones:

1. Vuelve a emerger la competencia entre poderes capitalistas; en especial con la consolidación de China en Asia oriental y más allá, pero también de Rusia en Europa del Este y Medio Oriente. Se trata de conflictos entre potencias capitalistas, aunque cualitativamente diferentes a los del período anterior.

2. Más general, en relación con la libre circulación de capitales, las burguesías (incluso las subordinadas) y las empresas transnacionales del "Sur" pueden utilizar las normas concebidas a partir de 1991 por las burguesías imperialistas tradicionales para sí mismas, sobre todo en términos de inversión, haciendo más compleja que en el pasado la competencia en el mercado global. En relación al flujo de mercancías, la puesta en competencia de los trabajadores y trabajadoras, sin límites, continúa siendo impulsada fundamentalmente por las empresas de los centros imperialistas tradicionales, y son ellos y no las empresas de los países productores los que controlan el acceso a los mercados de consumo de los países desarrollados; sin embargo, actualmente esto es menos cierto para China e incluso para la India o Brasil.

3. No solo hay una crisis de legitimidad de las clases dominantes sino también una crisis ideológica. Ésta se manifiesta en la amplitud de la crisis institucional, cuando los "malos" candidatos se imponen contra el establishment, cuando las propias elecciones pierden toda credibilidad a los ojos de sectores crecientes de la población. A falta de alternativas, siempre juegan al "divide y vencerás", utilizando el racismo, la islamofobia y el antisemitismo, la xenofobia y la estigmatización, se trate de coreanos en Japón, de chiitas, sunitas o cristianos en los países musulmanes, etc. El combate antirracista, antixenófobo constituye, más que nunca, un elemento de resistencia fundamental a escala internacional. Lo mismo ocurre con el resto de discriminaciones (sexistas, sociales…)